viernes, 31 de enero de 2014

La lucha por la Tierra y el Campo profundo a la escena 10 años después

Ramona Bustamante, ícono de la lucha por la tierra, se transformó en la cara visible del campo profundo cordobés cuando los pormenores de su brutal desalojo se conocieron después de haber llegado al escenario del Festival de Cosquín. La sociedad de Córdoba y el país caían en cuenta de la catástrofe social, ambiental y cultural que se estaba llevando a cabo solapadamente para imponer un modelo productivo que buscaba destruir un sujeto colectivo, un modo de vida y una economía que se encargó ancestralmente de dar de comer a nuestro pueblo. Este viernes 31 de enero estaremos nuevamente en Cosquín mostrando nuestras producción de alimentos sanos, nuestra lucha.

El 30 de diciembre de 2003 una topadora arrasaba con el hábitat que Ramona Orellano de Bustamante había logrado construir a lo largo de siete décadas.
Hubo resistencia, retoma de la posesión y un nuevo desalojo el 23 de enero. Cuando de la mano de Raly Barrionuevo, Ramona llevó su reclamo, y el de tantos otros, al escenario de Cosquín, el caso tomó estado masivo. Se comenzó a visibilizar la hemorragia de nuestra tierra que en ríos de sangre nos estaba destruyendo. Desalojos, desmontes, desempleo, hacinamiento urbano, envenenamiento. El modelo del agronegocio minuciosamente  planificado por las multinacionales y ejecutado por los actores oligárquicos de la ruralidad argentina avanzaba sobre los territorios campesinos indígenas para agudizar la desigualdad social del país y profundizar una matriz productiva que enriquece a unos pocos, sólo mira hacia el puerto y hambrea a la población.

De todas formas, así como avanzaban ellos, avanzábamos nosotros. La resistencia comenzó a multiplicarse, la organización crecía y los hombres y mujeres del monte alzaban su voz. Ramona significó y significa eso: el andar cansino pero firme, la bondad y la dureza para doblegar la injusticia, el rostro de un mundo que se resiste a pensar todo en términos de dinero y que ve en la naturaleza un hogar y no solo un recurso. Ramona dejó de ser Ramona para estar. Para que miles y miles de familias pudieran asegurarse a sí mismas que el progreso deshumanizante no es imparable y que no todo está dicho aún.

Después de diez años Ramona, su familia y los campesinos indígenas organizados y resistentes vencieron. Llenaron de dignidad las luchas del pueblo. Lucharon proponiendo formas ancestralmente novedosas de entender como debe ser una comunidad, una provincia, un país, un continente, el mundo.

Pero esa victoria sigue siendo negada por las herramientas de un sistema institucional que continúa creyendo en ese progreso importado para pocos. Hace algo más de cuatro años la justicia provincial absolvió a los desalojadores hermanos Scaramuzza por lo que la situación jurídica de Ramona Bustamante y sus hijos en sus tierras aún es frágil.

Y en estos diez años continuaron los despojos, los desalojos y se desplegaron nuevas formas para intentar imponer ese modelo de muerte que está más que vigente y se refleja en la falta de acceso a la tierra para vivienda y para la producción, en la concentración de la industria de la alimentación, en la explotación y destrucción de nuestros recursos naturales.

Hoy en nuestra provincia hay miles de ramonas que quieren el reconocimiento de los campos comuneros en La Libertad y La Rinconada, que exigen volver a su tierra en Piquillín, que exigen justicia por Cristian Ferreyra y Miguel Galván. El aura de esa abuela gritando "quiero mis tierras" se mudó del paraje Las Maravillas, en el departamento Río Seco, al continente para dar luz a una nueva sociedad que evidentemente pronto llegará. 

Norte de Córdoba, enero de 2014
*Contacto: 0351 152314778*

¡NI UN METRO MÁS, LA TIERRA ES NUESTRA! 
¡SOMOS TIERRA PARA ALIMENTAR A LOS PUEBLOS!

Movimiento Campesino de Córdoba (MCC)
Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI)

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